Como Se Hizo Pishtaco Calixto Resumen Corto
El pueblo de Chupán, sentía la merma sensible de sus habitantes. La mañana del dos de enero, comenzó el maranshay, esa especie de cuenta corriente del capital humano de la comunidad.- Comienza pues, a entregarme tu ganado- exclamó el nuevo alcalde, dirigiéndose al cesante.
- Veremos cuantos son los muertos.
- Llama tu Santiago, para que mi alguacil vaya viendo si está conforme la cuenta y comenzó
- Pedro Maille…
Como el llamado no respondiera pues hacia dos meses la gripe lo matara. Y las llamadas fueron repitiéndose. De los veinte hombres casados había que hacer el fúnebre descuento de siete. De la mujeres un poco menor. El escribano prosiguió:
- Aureliano Calixto
- ¡Presente!
Era un mozo de dieciocho años que había respondido cuadrándose militarmente.
- Aquí estoy taita
- ¿Y tu hermana Maruja?
- Cargó con ella el puma Jauni
- ¡Puma Jauni! ¡Puma Jauni! ¿Cuando?
- Hace dos meses no más taita. Y juró, taita Evaristo por la sangre de mis antepasados y por todos los jircas que rodean Chupan, que no volveré a dormir en mi casa, ni a calentarme en su fogón, ni a pedir mujer para casarme hasta que no haya cobrado la deuda a Puma Jauni.
- ¡Que así sea! Respondió el yaya Evaristo.
- Te estaba esperando
El mozo atravesó la casa del yaya Evaristo.
- Hacen tres meses de tu promesa y hasta hoy nadie te ha visto meterte en los terrenos del puma a ventearlo.
- Yo lo venteó de lejos, taita, desde mi escondrijo.
- ¡Ah, no has perdido el tiempo!
- Lo estoy aprovechando. He puesto a Nicéforo sobre su rastro para que me vaya diciendo donde se mueve el indio, donde acostumbra dormir y donde ha escondido a mi hermana. Y cualquier diíta de estos ¡pum! Se acaba el puma Jauni.
- Si es como dices, la comunidad te va a quedar debiendo un servicio muy grande. Pero te he llamado para aconsejarte.
- Tú dirás taita.
- Me dirás primero como piensas matar al puma Jauni,
- Con rifle taita,
- Y como andas de puntería
- Igualito a mi padre.
- Veo que estás preparado para ser el defensor de nuestro pueblo. Ahora sólo falta darte el consejo. Óyelo bien: pon a velar tu rifle la víspera de salir a cazar a Puma Jauni. Y la promesa es esta: si cumples tu palabra te doy la mano de mi hija Isabela. Y el encargo es que me traigas la cabeza del puma Jauni para hacerla clavar en la plaza.
Su padre fue el primero de despertarle su afición al tiro a Aureliano. A los doce años, comenzó a iniciarle en los secretos. Le enseñó los catorce artículos de todo buen pishtaco. A l día siguiente de la entrevista llevó su rifle a la casa del yaya Crisóstomo, el sacristán.
- Te traigo mi rifle, taita Crisóstomo, para que me permitas ponérselo a patrón San Antonio.
- ¡Ya está! Ahora presta el rifle. Aureliano y dobla tus rodillas.
Calixto obedeció. El rezo duró media hora larga. Agotado la plegaria, Calixto, inquiriendo el busto comenzó a decir en voz alta:
- Taita San Antonio, no voy a matar por mi gusto. Puma Jauni es quien me ha buscado pelea.
El sacristán interrumpió:
- Ofrécele también que si te ayuda le traerás mas velitas.
- Si me sacas bien Taita San Antonio, venderé el más crecido de mis novillos y te traeré la platita en velas. ¡Te lo juro!
- ¡Amen! Gangueó el sacristán socarronamente.
Calixto se preparó disfrazado y con Nicéforo a su lado, partió en busca del puma Jauni. Sabía muy bien que para que una empresa como la que iba a acometer tuviera éxito feliz lo inesperado era lo mejor. Todo pues podría imaginarse puma Jauni. Menos que el hijo del difunto Rufino, esa “lombriz de tierra”, estuviera ya pisándole el terreno. Después de haber caminado unas ocho horas por senderos peligrosos y horripilantes una especie de muralla arriscada les detuvo. Nicéforo murmuró:
- No me he equivocado; estamos a la espalda de la guarida del puma Jauni.
- ¿Estás seguro? ¿Te has fijado bien?- exclamó impaciente, Calixto.
- Me he fijado bien.
Ambos rieron, silenciosamente. Y los dos, con los rifles en banderola, mantenidos hasta el momento ocultos bajo el poncho, comenzaron a trepar felinamente.- Ya estamos arriba ¡carache! Trabajito no ha costado- murmuró Nicéforo. Calixto se aproximó y se puso a observar. Y delante de la casucha, tumbado, pero en son de guardián, un perrazo de amarillento pelaje. Se asomaron dos cabezas de mujer. Una era la Maruja y la otra una madrina. Una bala disparado por Nicéforo mata al perro. Por la puerta del corral asomó un hombre, era el puma Jauni, echó a correr en dirección de Calixto y luego disparó.
- Párate, cholo mostrenco,
- Tira pues, “lombricita de tierra” Me has adelantado,
Calixto disparó, e hirió al Puma Jauni en los riñones.
- ¡Ya, está, Aureliano! ¡Me has jodido! Baja a “hacerme pasar”
Y mientras Nicéforo sacaba el puñal para partirle el corazón, Puma Jauni pudo decir:
- Me enterrarán con mi perro. ¡No lo olviden!
Calixto aupó a la mula a la mujer, y dirigiéndose a Nicéforo, ordenó:
- Cuelga la cabeza de ese mostrenco en el anca,
- Bueno ahora tú, Maruja arrea.
La moza un poco desencajada y con cierta inquietud en el espejo de sus ojos, arreó nuevamente. Luego Calixto dijo:
- No has querido desayunar allá abajo, Maruja. Estás acaso desganada… ¿será acaso que el piojo obasino hizo cría?
- Nada, Aureliano nada, ¡Te lo juro!
Y la moza desmintiéndose comenzó a llorar silenciosamente. El indio se enterneció.
- Arrea mula mañosa. Y tu Nice corre a avisar al pueblo que ya estamos llegando.
Y el gentío comenzaba a vocear:
- ¡Ahí viene, Aureliano!
- ¡Viva el pishtaco valiente!
- ¡Donde está la cabeza de ese ladrón de mujeres, la cabeza la cabeza!
Y sacaron la cabeza del puma Jauni.
- ¡Ensártala en este palo!- gritó una voz.
Y se inició el desfile, seguido de cerca por los perros famélicos que olían la sangre. Al detenerse la multitud frente al cabildo el alcalde gritó:
- Chupan y sus yayas te dan las gracias. Has cumplido tu palabra. Aquí tienes a Isabela.
- ¿Y la cabeza donde quieres que la pongan?
- Que la haga clavar el regidor en medio de la plaza por tres días y después que la echen a los perros.
FIN
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