“Una apasionante aventura de amor prohibido”, disfrútenlo en el resumen de la novela literaria:”Matalache” escrita por el escritor y poeta peruano Enrique López Albújar.
Matalache Obra Resumida Por Capitulos
I. UN FAVOR, SIGNO DE LOS TIEMPOS.
Don Baltazar se encuentra con don Francisco, que es dueño del negocio del cuero y los jabones, platican sobre los diversos acontecimientos ocurridos, dentro de la conversación, llega a mencionar a un mulato de nombre: José Manuel, al que don Francisco lo utiliza como “garañón”. Don Baltazar quiere entregar a su esclava negra de nombre Rita, en manos de José Manuel por culpa de los celos de su esposa, y que al regreso ya volviera con un hijo en manos y seguir contando con los servicios de la criada.
II. LA TINA.
El fundador de la Tina, era el licenciado don Cosme de los Ríos, hidalgo industrioso del siglo XVIII, abuelo de don Juan Francisco. La finalidad de la Tina era a de fabricar jabones y curtir pieles era un lugar de explotación, reclusión como un castigo especialmente para los negros esclavos que contribuían con su sangre y sudor en la fabricación de jabones.
Don Juan Francisco para entonces recibe una industria quebrada, una fábrica maltrecha y junto con ello se le dio también una docena y media de esclavos, entre ellos a un mulato veintiochero, exuberante de belleza varonil, con vigor y flexibilidad de pantera javanesa, con mirada soberbia y firme, era sin lugar a dudas José Manuel, “matalaché”.
III. UNA LLEGADA INTEMPESTIVA.
De un momento a otro llega de Lima su hija María Luz, la hizo vivir en la Tina, sacrificándola a las exigencias del negocio y era cuidada por dos criadas, la una joven como ella y la otra vieja.
Rita era la esclava joven cedida por don Baltazar para su apareamiento con José Manuel el mulato, pero don Juan Francisco no quiere y es puesto a disposición enteramente al servicio de su hija María Luz.
IV. EL SOL PIURANO.
El Sol para el piurano lo era todo, la mitad de lo que se hacía era obra del Sol. Este Sol no venía a ser, pues, para María Luz solo una alegría para sus ojos, sino un testigo de su tedio y tristeza. Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando una mañana, pasó por ahí el mulato José Manuel con un saludo caballeroso y sonoro. ¡Buen Día le dé Dios señorita!, era el capataz el negro al cual utilizaban como garañón.
V. UN PASEO POR LA FÁBRICA.
María Luz quería conocer la fábrica por ello ordenó a Juan Manuel par que lo guie, empezaría por la curtiduría que tenía un olor hediondo, luego pasó por el molino que es activado inmediatamente por una mula que guía un negro Congo en toda su pureza. Pasa por la pellejera raudamente y posteriormente a la almona que era una pieza fundamental de la Tina. Más tarde al patio de la Tinas, donde había cuatro enormes vasijas de cobre sentadas sobre sendos cubos de mampostería, en cada una de ellas se podía cocinar una tonelada de jabón, paseo por los corrales y por los hornos de fundir que servían para hacer ladrillos, allí conoció a la negra Martina que veía la suerte en las cartas. Luego pasó al galpón de los negros era una veintena de esclavos que le miraron fijamente y la desvestían con los ojos, Salió y pasó por un cuarto oscuro, con una puerta de cuero al fondo con un camastro de piel de toro, nadie quiso dar el nombre.
VI. LA SIESTA.
La siesta era el rato donde descansaban los esclavos después del trajín de la mañana, el trabajo mañanero, aplanado el espíritu por el ardiente sol del mediodía el descanso caía sobre los cuerpos como una bendición. Para María Luz era un asalto de pensamientos de dulzura, de amor, porque el día en que visitó la fábrica solo eso encontró en los esclavos, guiada por el arrogante caporal a través del laberinto de la fábrica en todas partes había sido un despertar de deseos. Esperaba que Él le extendiera la mano, que su mirada de sus ojos negros traspasen el amor que ella también sentía, pero nunca llegaba, y este proceso de amor silencioso atravesaba su piel, sus manos sus pies, su cuerpo entero, dócil y llana, hermosa como era esperaba el amor de aquel al que no podía decirle ni confesarle su amor. Y de repente la duda asalto sus pensamientos: “¿Y si por aquel hombre hubiera otra mujer interesada?, ¿Y si esa mujer fuera la pobre mulatilla?, entonces asaltada por las dudas llamó: ¿Rita?, inmediatamente se acercó conversaron y comprendió al fin que José Manuel el imponente caporal no le importaba, ahora ella se sentía más tranquila.
VII. EL MILAGRO DE MARIA LUZ.
Todo cambió la veintena de esclavos eran tratados humanamente, el trato en el trabajo mejoró, ya no había esclavos castigados cruelmente por la más mínima falta. El mismo don Juan parecía enterado de esta transformación y ello tenía un nombre: María Luz, quien fue en realidad un sol en medio de esa noche de oprobio y eterna servidumbre. Don Juan sumido en sus recuerdos, piensa en el momento en que se quedó viudo y como tuvo que arreglárselas solo, al borde del suicidio y esto tenía un motivo y era su hija, pero su ambición podía más por esto de los negocios por ella deja a una pariente de una situación económica ínfima a María Luz, llevársela resultaría peligroso.
Los tíos la criaron sin afecto a veces regañones a veces complacientes, así fue desarrollándose María de la Luz que realmente fue su nombre. El que cambio precisamente fue José Manuel, su inteligencia creció de golpe, tuvo mayor razón de la dignidad, y su corazón empezó a sentir la necesidad del acoplamiento espiritual, que los negros podían amar como los blancos comprendió que la elección y la exclusión por voluntad también era una ley de los negros. “A María Luz le tocó hacer ese milagro”.
VIII. MATALACHE.
¿Quién era José Manuel?, no era ni un blanco ni un negro, para el primero le faltaba el color y la libertad. Para lo segundo sobrábale su nariz ligeramente roma, sus labios anabelfos o delgados, su diferencia moral e intelectual de los demás, sus sentimientos de amor, el derecho de elegir a la compañera y formar con ella una sociedad como los blancos, con hogar e hijos, incluso le gustaban las mujeres blancas inalcanzables para él, y un sinfín de preguntas y la única respuesta que él sabía darse es que su padre no era un negro, tal vez haya sido algún señor de allá del valle de Tangarará o tal vez el mismo señor de esas tierras. La respuesta la sabía su madre, pero se lo había llevado a la tumba, por ello la preferencia al señor Sojo, a la muerte de su madre le rodeó de distinciones y preferencias le puso un maestro que le enseño a: leer, escribir, contar y capaz de manejar asuntos de escritorio. Este imperante hombre era don José Manuel Sojo, posteriormente lo llevaría de viaje en sus múltiples itinerarios por el cual viajaba incluso a Lima, el mozo le inspiraba fuerza y respeto definitivamente era ágil mental y corporalmente. Don José Manuel lo protegía incluso de su ascendencia un día lo oímos decir: “¡ese negro están blanco como yo, y tan digno de respeto como usted”!
Tenía un conocimiento único de su formación por ello orientaba a los demás negros con sabiduría sobre su situación, cuando eran castigados o reprimidos. Siempre se comparaba y hallaba más similitudes con don José Manuel de Sojo: la talla, gallardía, pujanza y virilidad, la nariz no podía ser más parecida, recta, firme, dominadora, sensual, su boca era la de su madre, mejorada, desafricanizada su cabellera y sus dientes fuertes y blancos, y sus ojos brillantes, negros y fascinadores.
Sobrevino la muerte de don José Manuel Sojo, y se vio cambiado la suerte del otro José Manuel, el mulato, todos sus bienes y propiedades fueron vendidos, uno de los compradores fue: don Francisco Javier de Paredes marques de Salinas, quien adquirió la hacienda de Tangarará, y con ello todos sus semovientes entre ellos los esclavos, la suerte de José Manuel cambió diametralmente pasó de ser el protegido que se encargaba de las cuentas y correspondencias a ser un esclavo más al mando del mayordomo, de ahí para adelante realizo faenas de campo con pasión y orgullo pues ello no le quitaba la facultad de pensar. Hubo un día en que se pelearon con el mayordomo “Ño Chabaco” un viejo cuarentón razón por la cual don Francisco Javier de Paredes lo confina en el cepo en calidad de castigo.
Posteriormente viendo el peligro que José Manuel representaba contra sus intereses lo vendió a don Diego Farfán de los Godos para que sirviera como su esclavo para la Tina. Es así como nuestro José Manuel llega a Piura a trabajar en las arduas tareas, vendido como un semoviente más.
IX. UNOS PIES DIVINOS Y UNAS MANOS HÁBILES.
Donde María Luz puso su toque de dama hermosa fue nada más ni nada menos que en el oratorio olvidado desde hace tiempo atrás. Y su llamado fueron desfilando los maestros artesanos para la reparación de lo que la polilla y el tiempo habían malogrado. Tuvo una dificultad en la renovación del frontal y demás piezas de cuero complementarias, su padre se da cuenta de la necesidad de su hija, del empeño y devoción que le pone al reparar el otrora lugar que servía de oración y le sugiere la presencia de José Manuel pues él era experto haciendo ese tipo de trabajos. Inmediatamente lo manda llamar, ambos ya solos conversan y llegan al acuerdo de que José Manuel se encargará de realizar la reparación del frontal dentro del plazo de un mes. También le propone confeccionar un par de zapatos para María Luz.
María Luz observa y entiende que José Manuel tiene el pensamiento vivo, y le promete su libertad ¡gracias señorita María Luz! Responde.
X. EL CUARTO DE HORA PRECURSOR.
Aquel día María Luz se encontraba ensimismada, pensando en aquel amor imposible, inalcanzable pero a la vez cercano, ¡de pronto! Apareció la nodriza, ¡niña! Exclama mortificada por el silencio de su ama, le cuenta de que José Manuel canta en las noches canciones bellas y hermosas que hasta el corazón más fuerte le saca un suspiro y las ganas de amar y de bailar. ¿Pero a quien canta cada noche? Se preguntan y María Luz no pudiendo más guardar el secreto escondido en lo más profundo de su corazón le cuenta la verdad a la vieja nodriza, ¡a mi Casilda, a mí! Es a mí a quien le canta ese hombre todas las noches, la criada se queda pasmada, entonces le confiesa toda la verdad, que ella se encuentra interesada por ese hombre.
XI. PROMESAS CUMPLIDAS.
A las cuatro semanas el trabajo que se le encomendara a José Manuel estaban concluidas, asimismo el de las zapatillas.
El frontal era una maravilla, había puesto en ello toda su inventiva y creatividad, las zapatillas no fueron tan artísticos, fue más simbólico, más delicado, más personal y sincero. María Luz recibió aquellos objetos, tan impacientemente esperados, con visible alborozo: ¡qué lindo!, ¡qué lindo!, era cuanto podía expresar.
La mulata Rita también expresó su admiración por el frontal, pero tuvo más elogios cuando vio las zapatillas ¡que preciosura!, ¡esto sí que es una preciosura dijo!
XII. UNA APUESTA ORIGINAL.
Don Miguel Jerónimo, pregona de tener el mejor guitarrista no solo de Piura sino de todo el norte del Perú, era el negro Nicanor, su capataz. Don Juan Francisco le replicó diciéndole: “Pero… y no se me atufe usted, don Miguel al lado de mi capataz su negro resulta algo así como un chilalo o un choqueque.”
Nombran como jueces a los tres mejores maestros de música de la región, entonces surgen las apuestas, don Juan Francisco propone: “que el que pierda ceda su guitarrista al amo del victorioso y que el torneo se haga en la Tina, siendo de su cuenta todos los gastos”, de lo contrario no había apuesta, don Miguel Jerónimo acepta.
La contienda se llevaría a cabo en el día del Corpus por la tarde después de la procesión, sería una hermosa manera de festejar el día propusieron. Entretanto María Luz reclama a su padre por la forma de exponer a José Manuel, su padre le dice que el negro Nicanor no es nada al lado de su capataz, y que José Manuel equivale a tres Nicanores juntos.
XIII. UN CORAZÓN QUE SE ABRE Y UNA PUERTA QUE SE CIERRA.
Lo que había sido una idea confusa en la mente de María Luz, se volvió realidad, ella asistió al cuarto de la mulata Rita a la espera de José Manuel, en esa noche lóbrega, empuja la puerta y entra en el cuarto oscuro, “aquí estoy Rita asistiendo a tu llamado”, María Luz ya no se puede contener más y se descubre, José Manuel se queda asombrado al saber que es ella, la dueña de todos sus sentimiento, comienza a besar los ‘pies de su ama, y los dos se entregan a la pasión y al idilio del amor. Mientras María Luz estremecida y agónica, susurra señalando al frente con la diestra: ¡La puerta…! ¡La puerta…! ¡Cierra José Manuel la puerta!…
XIV. UN DÍA SOLEMNE, UNA FIESTA BRILLANTE Y UNA MANO PÉRDIDA.
Y llegó el día de Corpus, la gente vibraba de alegría, mientras tanto en la Tina, el día había sido recibido con alborozo, y con más razón que en la ciudad, la enfermera Ña Martina vio en las cartas el triunfo de José Manuel, el mayordomo agasajo por orden del amo, a sus compañeros de esclavitud, con una cena abundante, mientras tanto María Luz llena de fe y de rodillas pide por el triunfo de José Manuel y se arrepiente de haber pecado.
Don Juan Francisco paseo por el patio vigilando los arreglos del tablado y que no falte nada para el encuentro esperado, a eso de las tres de la tarde llegan los invitados, Ño Antuco anunciaba estentóreamente a los que llegaban, progresivamente llegaron todos, y en esta constelación de estrellas la más radiante sin lugar a dudas era María Luz, por su belleza. Conversan ya de política, ya de los amoríos, ya de los negros esclavos, y muchos otros temas, entretanto María Luz sostenía animada charla con las demás doncellas, todas tenían puesto los ojos sobre José Manuel y los maravillosos que era con la guitarra.
De pronto llegan tres hombres encapados, graves, provectos y con las melenudas cabezas cubiertas, eran los tres jurados escogidos para fallar sobre la competencia, luego toman su asiento respectivo, entre las mujereras corre el rumor de conocer al famoso Matalaché, “el contentador de criadas”.
Anuncian el inicio de la competencia, entre: Nicanor de los Santos, alias “Mano de Plata”, contra José Manuel Sojo, alias Matalaché. El negro Nicanor es el encargado de iniciar la competencia tiempla su guitarra y lanza unas redondillas llenas de sarcasmo y animosidad. Entretanto José Manuel inicia su participación con una mirada compasiva hacia su rival, e inicia la tonada, definitivamente José Manuel es el ganador, poco después ambos contendientes se confunden entere canciones de diverso género, como la cubana, la habanera, el singumbelo, la guajira entre tantos, llega el momento del contrapunteo y el negro Nicanor no sabía por dónde empezar.
El jurado declara ganador a José Manuel y lo apoda con el mote de “mano de oro”. El negro Nicanor se amputa la mano y es auxiliado por Matalaché.
XV. LA TENTACIÓN.
María Luz se encontraba enferma, acuden a ellos todas las sirvientas que tenía a disposición, pero nadie podía hacer nada, y en un rato de amargura y resignación confiesa que espera un hijo de José Manuel, pretende acabar con su vida, pero la Martina se lo impide. Don Juan Francisco llega a la casa y escucha cantar al Congo del molino: “Cógela, cógela, José Manuel; mátala, mátala, mátala ¡che! No te comas tú solo, piti; deja una alita siquiera pa mí”. Don Juan Francisco lleno de ira interroga a todos por la canción y confiesan que el que sube a los altos es José Manuel por María Luz, sin lugar a dudas esta respuesta fue como una puñalada mortal.
XVI. EL ÚLTIMO JABÓN DE LA TINA.
Don Juan Francisco enloqueció, y mando engrillar (encadenar) de pies y manos a Juan Manuel, que cargado por tres esclavos es llevado a la Tina, donde es arrojado y muerto, ¡sin duda una muerte cruel! A los quince días, los parroquianos que iban por jabón a la Tina se encontraban con las puertas cerradas, y sobre estas un lacónico letrero que decía: SE TRASPASA, EN SAN FRANCISCO DARAN RAZON.
Al finalizar solamente agradecerles por la atención prestada.
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