Resumen Capítulo 41 Don Quijote
DONDE PROSIGUE EL CAUTIVO SU SUCESO.
No pasaron quince días, cuando ya nuestro renegado tenía comprada una buena barca, viendo esto hable a doce españoles todos valientes hombres de remo. Yo me fui al jardín de Zoraida, con pretexto de recoger yerbas, salió de la casa del jardín la bella Zoraida, adornada de ricas perlas, me parecía que tenía delante de mí una deidad del cielo, venida a la tierra para mi gusto y remedio. También conversamos con Agi Morato su padre. Al momento de la despedida cuando ella y su padre van, yo con el achaque de buscar las yerbas, rodeé muy bien a mi placer todo el jardín; miré bien las entradas y salidas y la comodidad que se podía ofrecer para facilitar nuestro negocio.
Llegado el momento pusimos la barca cerca de la casa de Zoraida y fuimos por ella, salió y yo la bese y los demás la reverenciaron haciendo el zalá, por ser gestora de nuestra libertad, ella trajo todo incluso un cofrecillo cargado de oro, su padre despertó y el renegado con algunos más, le ataron las manos los pies y la boca, para que no hablara, Zoraida cabizbaja no quiso ver y se desmayó yo la lleve entre mis brazos. Acordamos de dejar a su padre en el primer paradero que llegásemos puesto que ella no podía ser testigo de verlo sufrir por culpa suya. El padre de Zoraida, lloró al ver a su hija y ofreció pagarnos si le dejábamos en libertad a él y a su desdichada hija. Padre e hija se abrazaron y lloraron, lo cual nos conmovió a todos que en la barca viajábamos.
Le dimos a entender que ella se encontraba con nosotros por propia voluntad y .que era la lima de nuestras cadenas. Al liberar a su padre, éste nos dijo: -¿Por qué pensáis, cristianos esta mala hembra huelga de me deis libertad? ¿Pensáis que es por piedad que de mi tiene? No, sino por estorbo que le dará mi presencia cuando quiera poner en ejecución sus malos deseos. Y así nos hicimos a la mar, el padre implorando, y la hija llorando, yo le consolaba. Al poco tiempo de navegar fuimos asaltados por una embarcación de franceses que nos despojaron de todo. Vista toda nuestra pesadumbre y pobreza nos liberaron dándonos el esquife de su navío nos soltaron y fuimos a parar en una disformisima y alta montaña, no tan junto al mar, besamos al suelo agradecimos a Dios por estar vivos. Caminamos tierra adentro y una esquila llamó nuestra atención, pensar que por allí había ganado.
Viéndonos un pastor se puso a gritar, cambiamos de ropa al renegado poniéndole una casaca de cautivo y nos encomendamos a Dios. Descubrimos hasta cincuenta jinetes que venían a caballo, ellos entendieron que éramos cristianos y nos llevaron a la ciudad de Vélez Málaga al llegar fuimos directo a la iglesia a dar gracias a Dios. En la iglesia Zoraida reconoció a las imágenes de Lela Marien. Seis días estuvimos en Vélez después vinimos por aquí a encontrar a mi padre si está vivo o no, y si mi hermanos tuvieron más suerte que la mía.
Resumen Capítulo 42 Don Quijote
QUE TRATA DE LO QUE MÁS SUCEDIÓ EN LA VENTA Y DE OTRAS MUCHAS COSAS DIGNAS DE SABERSE.
En esto, llegaba la noche, llegó a la venta un coche, con algunos hombres a caballo. Pidieron posada; la ventera respondió que no había en toda la venta un palmo desocupado. Era un Oidor que venía con su hija de diez y seis años en vista de ello se le dio posada, don Quijote los recibió, el Oidor quedó admirado por el buen razonamiento de nuestro caballero. Todos lo recibieron, el cautivo, que desde el punto que vio al Oidor, le .dio saltos al corazón y barruntos de que aquel era su hermano. Consultado el criado dijo que se llamaba el licenciado Juan Pérez de Viedma; el capitán pidió consejo a don Fernando, Cardenio y .al cura. –Déjeseme a mí el hacer esa experiencia- dijo el Cura. Llegado el momento el Cura cuenta al Oidor, que conoció a un capitán del mismo apellido que él, el cual era: Ruy Pérez de Viedma, y era natural de las montañas de León. El Oidor llora y dice que aquel es su hermano mayor. Entonces el cura tomó de la mano a Zoraida y del otro al capitán, y se fue donde el Oidor y donde los demás caballeros estaban y dijo:
- Cesen, señor Oidor, vuestras lágrimas que aquí esta vuestro hermano el capitán Viedma y ésta, la hermosa mora que tanto bien la hizo.
Reconociéndose ambos, se abrazan y lloran. En resolución todos quedaron contentos, y descansaron. Don Quijote se ofreció a hacer guardia del castillo. Sucedió que faltando poco para el alba, escucharon la voz de un mozo que cantaba.
Resumen Capítulo 43 Don Quijote
DONDE SE CUENTA LA AGRADABLE HISTÓRIA DEL MOZO DE MULAS CON OTROS EXTRAÑOS ACAECIMIENTOS EN LA VENTA SUCEDIDOS.
Se escucha el canto del mozo. Dorotea despierta a Clara que se pone nerviosa, escuchan el canto del mozo de mulas, Clara llora y confiesa que aquel, es un hijo natural del reino de Aragón, señor de dos lugares, el cual vivía frontero de la casa de mi padre en la Corte; finalmente él se enamoró de mí, y con tantas lágrimas que yo le hube de creer, y aun querer, me dio a entender que se casaría conmigo. Llegóse el tiempo de partida y desde aquel momento me sigue a todas partes donde con mi padre voy. Viene a pie con tanto trabajo y adonde él pone los pies, pongo yo los ojos. Es muy grande estudiante y poeta. Rio Dorotea y reposaron ambas.
Entre tanto la hija de la ventera y Maritornes miran a don Quijote que se encuentra suspirando por Dulcinea. Le hablan de un hueco que a nuestro caballero le parece la ventana de un castillo. Le alcanza la mano y Maritornes le laza y lo amarra al cerrojo de la puerta del pajar se van. Y el Quijote cree que está ahí por encantamiento. Toda la noche padece y creía que de aquella suerte sin comer ni beber ni dormir habían de estar él y su caballo hasta que otro sabio encantado lo desencantase. Llegaron hombres a caballo que tocan fuertemente la venta. Rocinante se mueve y el Quijote queda colgado gritando.
Resumen Capítulo 44 Don Quijote
DONDE SE PROSIGUEN LOS INAUDITOS SUCESOS DE LA VENTA.
Fueron tantas las voces que don Quijote dio. Maritornes desata el cabestro que lo sostenía, él dio luego en el suelo. Los caminantes preguntan por un mozo de más o menos quince años de edad; uno de ellos lo .encontró. El hombre le trabó del brazo y le dijo:
- Aquí no hay que hacer otra cosa, señor Luis sino que dar la vuelta y volver a casa que su padre lo espera.
- Esto no haréis vosotros-replicó Luis- si no es llevándome muerto.
Miróle entonces el Oidor más atentamente y le dijo:
- ¿Qué niñerías son estas señor don Luis?
Mientras tanto dos huéspedes que no querían pagar agarran a golpes al ventero que les pedía paga. Don Quijote no quiso intervenir, porque estaba en otra aventura, salvo que la diera licencia Dorotea, y así lo hizo pero don Quijote se detuvo, no quiso intervenir porque era pelea de escuderos y solicito la presencia de Sancho.
Volvamos a lo que don Luis le dijo al Oidor y con lágrimas en los ojos le manifestó lo siguiente:
- Señor mío, yo vi a mi señora Clara, hija vuestra y señora mía y que este mismo día ha de ser mi esposa, recibidme luego por vuestro hijo.
El Oidor quedó suspenso, y le pide que se sosegase, que se tuviese tiempo para considerar lo mejor. Los huéspedes y el ventero, calman por la intervención de don Quijote. Cuando el demonio que no duerme quiso que en ese instante entre en la venta el Barbero a quien don Quijote quitó el Yelmo de Mambrino. El Barbero reconoció a Sancho y don Quijote como asaltadores, se defienden y don Quijote manda traer el yelmo a Sancho.
Resumen Capítulo 45 Don Quijote
DONDE SE ACABA DE AVERIGUAR LA DUDA DEL YELMO DE MAMBRINO Y DE LA ALBARDA, Y OTRAS AVENTURAS SUCEDIDAS CON TODA VERDAD.
Nuestro Barbero conociendo el desatino de don Quijote lleva adelante una burla, y lo mismo hicieron Cardenio, don Fernando y sus camaradas; y aun el Oidor. Don Quijote piensa que todo está encantado, por eso no comprenden que la bacía es yelmo pero lo de la albarda será jaez o no. Por ello don Fernando somete a opinión de todos los demás. Pero el que más se desesperaba era el Barbero, cuya bacía ahí presente se había convertido en yelmo de mambrino. Todos entran en polémica sobre la bacía y la albarda. Los cuadrilleros, montan en cólera y enfado, don Quijote arremete con su lanzón, que cae al suelo y se hace pedazos.
Todos se agarran a golpes, las mujeres gritaban todo era un caos. Entonces don Quijote llama a la paz y calma, todos entienden menos los cuadrilleros, finalmente todos apaciguaron. Don Fernando dijo que don Luis se iba con él a Andalucía donde su hermano. Y a uno de los cuadrilleros se le viene a la memoria que entre los mandamientos que traía para prender algún delincuente había uno contra don Quijote. Y asió del cuello a nuestro caballero fuertemente y don Quijote le agarró de la garganta. Y finalmente don Fernando los separó. Al final don Quijote dijo: … ¿Quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prisión contra un tal caballero como soy yo?… ¿Quién fue el mentecato, vuelvo a decir que no sabe que no ha secutoria de hidalgo, con tantas preeminencias ni exenciones como las que adquiere un caballero andante al día, que se arma caballero y se entrega al divino ejercicio de la caballería?…
Resumen Capítulo 46 Don Quijote
DE LA NOTABLE AVENTURA DE LOS CUADRILLEROS, Y LA GRAN FEROCIDAD DE NUESTRO BUEN CABALLERO DON QUIJOTE.
Los cuadrilleros soltaron a don Quijote. Sancho y el Barbero trocaron las albardas, y el yelmo fue comprado por el Cura que le dio ocho reales y fue repuesto a su dueño. Toda la deuda que tenía don Quijote y Sancho con el ventero lo pagó don Fernando. De inmediato nuestro caballero se puso de rodillas ante Zoraida y le ruega que partan, para proseguir su aventura. Le ordena a Sancho que ensille a Rocinante y apareje a su jumento. Sancho monta en cólera, y dice que Zoraida no es la reina del reino Micomicón y la insulta.
Don Quijote se enoja y da una gran patada en el suelo que Sancho quedó tan encogido y medroso. Pidió perdón y beso la mano de su amo. A continuación hicieron una jaula de palos enrejados, ataron a don Quijote de pies y manos y es llevado a la jaula y nuestro caballero piensa que es producto de un encantamiento. Mientras don Fernando y don Luis y cuadrilleros se disfrazaron cubriéndose el rostro. Luego tomaron la jaula en hombros y la acomodaron en el carro de bueyes.
Resumen Capítulo 47 Don Quijote
DEL EXTRAÑO MODO CON QUE FUE ENCANTADO DON QUIJOTE DE LA MANCHA, CON OTROS FAMOSOS SUCESOS.
Así llevaron a don Quijote, enjaulado a él le parecía que los que lo llevaban eran demonios, lo que Sancho se encargó de desmentir. Y cuando estaba partiendo el carro, salió la ventera, su hija y Maritornes a despedirse de don Quijote, fingiendo que lloraban de dolor de su desgracia. A quien don Quijote dijo:
- No lloréis, que todas estas desdichas y otras calamidades me suceden por ser caballero andante. Perdonadme hermosas señoras.
En tanto que las damas del castillo esto pasaban con don Quijote, el Cura y el Barbero se despidieron de don Fernando y sus camaradas, del Capitán y de su hermano, Dorotea y Luscinda. Luego llevaron a nuestro caballero, iba sentado en la jaula, las manos atadas, tendidos los pies y arrimado a las verjas, con tanto silencio y paciencia como si no fuera hombre de carne, sino estatua de piedra.
En el camino le alcanzaron un canónigo y conversaron con él y Sancho, don Quijote dijo que iba encantado en esa jaula y Sancho se quejaba de su amo. En eso el Cura le pide al Canónigo que se adelantase, para contarle todo, así lo hacen y el Cura le dice que así llevan a don Quijote para encontrar remedio a su locura. A lo que el Canónigo menciona cuan y cuanto son perjudiciales los libros de caballería que atienden solamente a deleitar y no a enseñar. E l Cura lo estuvo escuchando y le dijo que tenía ojeriza a los libros de caballería y había quemado todos los de don Quijote que eran muchos.
Resumen Capítulo 48 Don Quijote
DONDE PROSIGUE EL CANÓNIGO LA MATERIA DE LOS LIBROS DE CABALLERÍAS CON OTRAS DIGNAS DE SU INGENIO.
El Cura y el Canónigo conversan sobre los libros de caballería: “…son conocidos disparates y cosas que no llevan ni pies ni cabeza… no sirven sino para cuatro discretos que las entienden…”-dijo el Canónigo-. A lo el Cura añadió. Son espejo de disparates, ejemplos de necedades e imágenes de lascivia… esto en perjuicio de la verdad y en menoscabo de las historias… es para entretener a la comunidad con alguna honesta recreación y divertirla a veces de los malos humores que suele engendrar la ociosidad… que se examinase los libros de caballería que de nuevo se compusiesen, sin duda podrían salir algunos con la perfección, enriqueciendo nuestra lengua. A este punto de coloquio llegaban el Canónigo y el Cura, cuando adelantándose el Barbero, llegó a ellos y dijo al Cura: En este lugar descansaremos hay buen pasto para los bueyes.
Mientras tanto Sancho advierte a su amo que todo es mentira, que los que están cubiertos los rostros son el Cura y el Barbero. Don Quijote responde; que los encantamientos, son así, y a veces toman imágenes hasta de tus propios amigos.- Válame nuestra señora- respondió Sancho- ¿Es posible que sea vuestra merced tan duro de celebro y tan falto de meollo…? Y le preguntó a don Quijote que si no le había venido a “hacer aguas”.- ¡Ya entiendo, Sancho! ¡Sácame de este peligro, que no ando todo limpio!
Resumen Capítulo 49 Don Quijote
DONDE SE TRATA DEL DISCRETO COLOQUIO QUE SANCHO PANZA TUVO CON SU SEÑOR DON QUIJOTE.
Sancho dice a don Quijote que no se encuentra encantado, éste a su vez responde que hay muchas clases de encantamiento y que es presa de una de ellas; y a ruego de Sancho lo desenjaularon y lo primero que hizo es estirarse todo el cuerpo, y se fue a ver a Rocinante. Mirábale el Canónigo, y movido de su compasión le dijo: -¿Es posible, señor hidalgo que se haya dedicado a la ociosa lectura del libro de caballerías que turba su sano juicio? De mí se decir que cuando las leo todas son mentira y liviandad…debería de hacer otra lectura que redunde en aprovechamiento de su conciencia y en aumento de su honra. A lo que don Quijote respondió:-Paréceme, señor hidalgo, me da a entender que todos los libros de caballería son falsas e inútiles, y que me han hecho mucho daño tales libros, pues me han vuelto el juicio, y puesto en esta jaula. Además que mudara de lectura, leyendo otras más verdaderas y que mejor deleitan y enseñan.
- Así es-dijo el Canónigo.
- Pues yo-replicó don Quijote- que el sin juicio es usted; porque querer dar a entender que Amadis no fue en el mundo…entonces no hubo Héctor, ni Aquiles, ni la guerra de Troya…y que son apócrifos los amores de Tristán… sino díganme también que no es verdad que fue caballero andante el valiente Lusitano Juan de Merlo…
Admirado quedó el Canónigo de las verdades y mentiras que decía don Quijote y respondió: todo puede ser pero ni es razón que un hombre como vuestra merced, tan honrado, se dé a entender que son verdades tantas y tan extrañas locuras como las que están escritas en los disparatados libros de caballerías.
Resumen Capítulo 50 Don Quijote
DE LAS DISCRETAS ALTERCACIONES QUE DON QUIJOTE Y EL CANÓNIGO TUVIERON, CON OTROS SUCESOS.
- ¡Bueno está eso!-respondió don Quijote-. Los libros que están impresos con licencia de reyes y que con gusto general son leídos, ¿habían de ser mentira?, cualquiera historia de caballero andante ha de causar gusto y maravilla, a cualquiera que la leyere, y verá como le destierran la melancolía y le mejoran la condición se acaso la tiene mala. De mí se decir que desde que soy caballero andante soy valiente, comedido, liberal, biencriado, generoso, cortes, atrevido, blando, paciente, sufridor y aunque me vi encerrado como un loco, pienso que seré rey de un reino, y daré un condado a este pobre Sancho Panza que temo que no tenga habilidad para gobernar un estado.
Casi estas últimas palabras oyó Sancho a su amo a quien dijo:
- Trabaje vuestra merced, en darme ese condado, y tan rey sería yo de mi estado como cada uno del suyo, y siéndolo, haría lo que quisiese.
Admirado quedó el canónigo de los concertados disparates que don Quijote había dicho. Y todos se sentaron a la sombra de un árbol y comieron. Y estando comiendo oyeron un recio estruendo y un son de esquila, era una hermosa cabra; tras ella venía un cabrero dándole voces: -¡Ah, cerrera, cerrera, manchada, manchada, y cómo andáis vos estos días de pies cojos! ¿Qué lobos os espantan hijas?… volved, volved amiga; con vuestras compañeras que vos que las habéis de guardar y encaminar, andáis tan sin guía y tan descaminada, ¿en qué podrán parar ellas? Poco después convidaron la comida al cabrero que solicitó un breve espacio para contar su historia. El canónigo rogó al cabrero diese principio a lo prometido.
Resumen Capítulo 51 Don Quijote
QUE TRATA DE LO QUE CONTÓ EL CABRERO A TODOS LO QUE LLEVABA A DON QUIJOTE.
Tres leguas de este valle está una aldea, en la cual había un labrador, honrado y rico que tenía una hija hermosa, de diez y seis años, la fama de su belleza se fue extendiendo. El padre no sabía a quién entregar a su hija, pero me conocía a mí y eso me dio grandes esperanzas. Pero había otro que era del mismo pueblo, y para salir de esta confusión determinó decírselo a Leandra que era así como se llamaba la hija, para que escogiese. Llamase mi competidor Anselmo, y yo Eugenio. En esta sazón vino a nuestro pueblo un Vicente de la Roca, hijo de un pobre labrador del mismo lugar, era soldado; sentábase en un poyo que debajo de un álamo, que está en nuestra plaza, tenía arrogancias de ser músico.
A este bravo galán fue visto y mirado muchas veces de Leandra, desde una ventana de su casa, llegaron a sus oídos las hazañas que el mismo había referido, y ella se enamoró de él. Y así ambos fugaron. Anselmo quedó atónito, el padre triste, sus parientes afrentados, solícita la justicia, tomáronse los caminos, escudriñaron los bosques, y al cabo de tres días la hallaron. Leandra contó que Vicente de la Roca la llevó a un áspero del monte, la encerró en esa cueva y sin quitarle su honor le robó cuanto tenía. El padre no le creyó pues habían dejado a su hija con la joya que si una vez se pierde, no deja esperanza de que jamás se cobre. Encerró a Leandra en un monasterio. Quedaron los ojos de Anselmo ciegos, los míos en tinieblas, finalmente llegamos a este valle, él pastor de ovejas y yo de cabras. Y así muchos lo hicieron, a imitación nuestra, todos la deshonran y todos la adoran. No hay hueco ni peña, ni margen de arroyo que no esté ocupada de un pastor que sus desventuras al aire cuenten. Anselmo toca su rabel y sufre y yo digo de la ligereza de las mujeres, de su inconstancia, de su doble trato, de sus promesas muertas, y finalmente del poco discurso que tienen en saber colocar sus pensamientos e intenciones.
Resumen Capítulo 52 Don Quijote ( Capitulo final de la 1° parte)
DE LA PENDENCIA QUE DON QUIJOTE TUVO CON EL CABRERO, CON LA RARA AVENTURA DE LOS DISCIPLINANTES, A QUIEN DIO FELICE FIN A COSTA DE SU SUDOR.
A todos encantó el cuento del cabrero, don Quijote se ofrece a ayudarlo, al cabrero le causa impresión las palabras de don Quijote, y dice que debe de tener huecos los aposentos de la cabeza, nuestro caballero se incomoda y con un pan golpea el rostro del cabrero. Los dos se agarran a golpes luego cesan, porque por allí pasaba una procesión con unos disciplinantes acompañándolo, don Quijote pensó que era una cosa de aventura, y que a él le tocaba el acometerla, pensaba que a imagen que llevaban era una principal señora que llevaban por fuerza aquellos follones y descomedidos malandrines. Sancho le hace ver que lo que se imagina no es verdad que aquella es una procesión de disciplinantes. Don Quijote monta en cólera y arremete, uno de los disciplinantes golpea a don Quijote por encima del hombro y lo hace caer el suelo, Sancho llora pensando que su amo está muerto, pero éste revive y dice: – Ayúdame Sancho, amigo a ponerme sobre el carro encantado, porque tengo todo el hombro hecho pedazos.
- Eso haré de buena gana señor mío- respondió Sancho.
EL Canónigo, el Cura y el Barbero, pusieron a don Quijote en el carro. Prosiguen su viaje y al cabo de seis días llegaron a su aldea, un muchacho que vio la llegada fue a dar aviso a su ama, y a su sobrina. Juana la mujer de Sancho recibe al escudero, entretanto que el ama y la sobrina de don Quijote lo recibieron y le desnudaron, y le tendieron en su antiguo lecho. El Cura encarga a la sobrina tuviese gran cuenta y estuviese alerta de que otra vez no les escapase. Alzaron las dos de nuevo el grito al cielo, allí se renovaron las maldiciones a los libros de caballería. Finalmente ellas quedaron confusas.
El autor de la historia dice que don Quijote en su tercera salida va hacía Zaragoza. Ni de su fin ni acabamiento pudo alcanzar cosa alguna. Encontró pergaminos, escritas en letras góticas, pero en versos castellanos y daba noticia de la hermosura de Dulcinea del Toboso, de la figura de Rocinante, de la fidelidad de Sancho Panza y de la sepultura del mismo don Quijote, con diferentes epitafios y elogios de su vida y costumbres.
FIN
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