Cuentos Navideños Tristes Para Niños

Compartamos la historia de Zezé, un niño cuya familia atraviesa por serios problemas económicos, llega la navidad y el panorama es realmente triste.  Es un capítulo de la excelente novela literaria, “Mi planta de naranja lima”  escrita por: José Mauro de Vasconcelos.  

 

Los Flacos Dedos De La Pobreza

Birquinho me dijo: Que mañana a las ocho en la puerta del cine Bangu. El dueño de la fábrica mandó comprar un camión de juguetes con motivo de la navidad. ¿Vas? Sí que voy y llevaré a Luis. Pedí a mi hermana Gloria que nos llevará pero no quiso. Escucha Zezé. “Tengo un montón de cosas que hacer, planchar, ayudar en la mudanza, vigilar la cazuela en el fuego…” ¡Y ahora basta!  Ve a jugar. Pero no fui y me las ingenié para que me hiciese caso. Pero al final terminó cerrando toda la casa para no verme.

Arreglé a mi hermanito Luis. Lo vestí sin hacer ruido. Acomodé sus cabellos y lo peiné. Lindo y arregladito como estaba hasta podía ser confundido con el niño Jesús. Gloria lloró no podía llevarnos. Encargo a don Pasión, el cartero para que nos llevara al sitio en donde iban a regalar los juguetes. Pero nos abandonó antes de llegar. Tomé con más fuerza la mano de Luis y continuamos la marcha. Llegamos muertos de cansancio. No había nadie. No parecía que hubiera habido repartición de juguetes. Don Coquito el portero, dijo que todo se había acabado y que llegamos demasiado tarde. Estaba triste y desilusionado. Regresamos a casa. En la cocina estaba Dindinha que había venido para hacer “rebanada” mojada en vino. Era la cena de la nochebuena. Fue una comida triste que ni daba ganas de pensar. Todo el mundo comió en silencio, y papá apenas probó un poco de “rebanada”. Ni siquiera había querido afeitarse. Tampoco habían ido a la misa del gallo. Más parecía el velorio del niño Jesús que su nacimiento. Papá agarró el sombrero y se marchó. Lo más triste fue cuando la campana de la iglesia llenó la noche de voces felices. Y algunos fuegos artificiales se elevaron a los cielos para que Dios pudiera ver la alegría de los otros. Fuimos a la cama a dormir. Puse mis zapatillas con la esperanza de que me tocara un regalo.

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Al despertar revisé mis zapatillas y estaban vacías. ¡Qué desgracia tener un padre pobre! Exclamé. Papá escuchó, agarró el sombrero y se fue para la calle. Totoca me culpó de todo. ¿Por qué hice eso Dios mío? Mi talón tocó la caja de lustrar zapatos y tuve una idea. Tal vez así papá me perdonaba tanta maldad. No hablé con nadie y salí caminando. No había gente todos estaban durmiendo, no hallé ningún cliente, para lustrarle los zapatos, me senté y lloré. Don Coquito golpeó mi cajón y me pidió que le lustrara los zapatos. Me pagó cinco cruzeiros. Proseguí. Divisé un carro lujoso en su interior estaba una familia y le dije, ¡Se lustra patrón!  Un niño bajó del coche y me puso en el bolsillo cinco cruzeiros. Pero aún no me alcanzaba para mi regalo. Llegué a la casa de los Villa Boas. Sergito andaba por entre las plantas, en una hermosa bicicleta se la habían regalado por navidad. ¿Qué te pasa Zezé? Estas raro me dijo. ¿Te regalaron muchas cosas? Este año no tuvimos navidad en casa. Papá todavía está sin empleo. Sergio metió la mano en el bolsillo y me dio una moneda eran diez cruzeiros.

Me lancé en carrera al cafetín “Miseria y hambre”. Compré cigarrillos para papá. Pagué. Hice envolver el regalo. Y me lo llevé a casa. ¡Mira papá compré una cosa linda para ti! Miré a papá, su rostro barbudo, sus ojos. Solo podía decirle; Papá…papá…y la voz fue consumiéndose entre lágrimas y sollozos. Él abrió los brazos y me estrechó tiernamente.

Mensaje Para Reflexionar

Sin lugar a dudas un relato conmovedor, el autor hace ver la difícil situación económica que atraviesa la familia de Zezé, un niño de tan solo cinco años, idealizado y esperanzando en tener una navidad con regalos pero se encuentra con una realidad distinta. Al final solo recibe el abrazo cariñoso de su padre, el mejor regalo.

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Bien, amigos gracias por la acogida, espero les haya gustado. Y que pasen una feliz navidad.

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